jueves, 12 de julio de 2012

PURO CUENTO, especial de narrativa de Revista La Mancha




Y sí, parece que es así, que te has ido diciendo no sé qué cosa,
que te ibas a tirar al Sena, algo por el estilo, una de esas frases
de plena noche, mezcladas de sábana y boca pastosa, casi siempre
en la oscuridad o con algo de mano o de pie rozando el cuerpo del
que apenas escucha, porque hace tanto que apenas te escucho cuando
dices cosas así, eso viene del otro lado de mis ojos cerrados, del sueño
que otra vez me tira hacia abajo.

Fragmento del cuento El río de Julio Cortázar








Me gustaría que estos cuentos fuesen, como decía Hemingway, en relación al iceberg o que cuenten más de lo que ha contado Parra en su poesía.
Posiblemente me guste hacer desafíos y escarbar en Sensini, en Onneti o en Palacio para buscar lo absoluto cuando uno sabe que para contar se debe presumir a Cortázar  un poco más allá de su cuento El río, y su ficcionar sobre la literatura donde denota su notable conocimiento. Explayarse con ciertos hitos y husmear en Lugones para conservar la palabra y que esta no nos defraude en el instante que decidimos contar.

Decir con la palabra lo que no está en ese lugar que nadie ha visto. Ser el último en llegar a una callecilla. Empaparse con el don de la última niebla bajando por un callejón en las afueras de Valparaíso. Sentir como uno taconea los zapatos acercándose al muelle donde fondean los barcos, las goletas o los botes que con su fragilidad sortean la furia, que no es más que aquello que se debe sentir al escribir un cuento.

Apresurarnos cuando se cuenta no esta bien visto. Se debe ser parsimonioso, se debe degustar el acto como un buen caramelo de menta o un trago de coñac a la sombra de un nogal, pero nunca de un sorbetón. Es bueno meditar sobre la extrañeza que se debe embozar en esto. Lo que está en cada autor y cómo genera lo esencial de su narración, cómo hace y deshace los nudos congruentes que forcejean  la médula de su historia. Buscar lo obvio no atusa, no aclara, no empecina lo contado ni aquello que se quiere contar.

Sabemos que el cuento es hermano misterioso de la poesía. Con cierto secreto de mito y leyenda como en otro tiempo literario. El autor a sabiendas bucea su propio devenir, busca su mecanismo para hacer intervenir los elementos dentro de un ciclo perfecto. No hay otra cosa en esto y al mirar las sigas hacia Borges, lo entendemos perfectamente, por cuanto el cuento representa literatura, representa algo perfecto y breve.

Considerar que hay medusas rondando no contrae la fragilidad conque se obtiene la fabula de contar; no se obtienen ni las unas ni las otras especies en ese espacio reducido que consideramos para que surjan los rasgos fundamentales, cuando el autor se desprende de él, es que está en lo cierto, es que está  Poe consignándonos a que sigamos en ese cajón abierto y cerrado que llamamos cuento.



Pablo Delgado U.
Quilicura / Junio - 2012









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